Cuando Pep Guardiola inició su año sabático en 2012, después de dejar el puesto de entrenador del FC Barcelona, no permaneció ocioso; dedicó buena parte del tiempo a mejorar sus dotes de liderazgo, y entre esas dotes incluyó como objetivo preferente la oratoria.
Según publicó el diario Marca, para ello decidió aprovechar la campaña electoral estadounidense, y durante tres semanas acompañó por todo el país al presidente Obama, presenciando en directo sus discursos, y las técnicas de habla y lenguaje corporal que en ellos empleaba, y que tanto contribuyeron a llevarle hasta el despacho oval.
Curiosamente, años antes algunos medios ya habían establecido comparaciones entre Obama y Guardiola, viendo a ambos como figuras cuya llegada suponía una inyección de ilusión a organizaciones en horas bajas. Tiene, pues, su lógica, que el entrenador se fijara en el presidente para mejorar aún más sus dotes de comunicación.
Pero lo importante es que Guardiola considerara la oratoria como un arma tan poderosa como para dedicarle tres semanas de aprendizaje intensivo, trasladándose incluso a Estados Unidos para seguir las lecciones en directo. Y tenía razón.
No importa cuál sea nuestro campo de trabajo, ni nuestras posibilidades. Ni que nos sea económicamente impensable pasar tres semanas en Estados Unidos. Todos podemos aprender a utilizar el arma de la oratoria. Y nos daremos cuenta de que al hacerlo contamos con una nueva estrategia decisiva a la hora de ayudarnos a ganar cualquier encuentro.
