Hacer preguntas nos permite obtener información relevante y es una habilidad que se exige en profesiones como el periodismo, la medicina o la abogacía y que se puede ir perfeccionando con los años. A priori parece una tarea sencilla, pero no todo el mundo sabe cómo hacer las preguntas adecuadas para obtener la información deseada y conseguir conversaciones más productivas.

Cuando Alison Wood Brook, profesora asociada de la Harvard Business School comenzó una investigación para estudiar distintas conversaciones llegó a la conclusión de que las personas no preguntan lo suficiente. De hecho, la frase «ojalá me hubiera hecho más preguntas» es una de las quejas más comunes entre las personas que acuden a una entrevista, una primera cita o una reunión de trabajo.

En algunos casos esto ocurre porque se está tan centrado en impresionar a la otra persona hablando de nosotros mismos que nos olvidamos de hacer preguntas. También puede ocurrir que no hay interés en preguntar, que confiamos en conocer las respuestas o que tenemos miedo a quedar mal si formulamos una pregunta incorrecta, inapropiada o fuera de lugar. Pero para Alison Wood Brookel el mayor inhibidor es que la mayoría de la gente simplemente no entiende lo beneficioso que puede ser un buen interrogatorio.

La investigación de la profesora de la Harvard Business School reveló que existen cuatro tipos de preguntas: preguntas introductorias («¿Cómo estás?»), preguntas espejo («Estoy bien. ¿Cómo estás?»), preguntas de cambio total (para cambiar por completo el tema de conversación) y preguntas de seguimiento (las que solicitan más información). Estas últimas parecen tener un gran poder porque muestran al interlocutor que la otra persona está escuchando, le respeta y que tiene interés por saber más.

Claves para saber hacer las preguntas adecuadas

Las preguntas son herramientas tan beneficiosas que consiguen desbloquear el aprendizaje y mejorar el vínculo interpersonal. Pero no todas las preguntas que formulamos nos llevan a obtener información, por eso es importante procurar hacer preguntas abiertas en lugar de cerradas para evitar una respuesta que se limite a un sí o un no.

Otra técnica para obtener información valiosa en mantener una conversación fluida y amable en lugar de una entrevista agresiva y directa, una técnica que logró demostrar Simos Oleszkiewicz, investigador de la Universidad de Gotemburgo y que empezó a utilizar durante la II Guerra Mundial Hanns Scharff, interrogador nazi de la Luftwaffe.

Las preguntas surgen de la curiosidad por saber más, nos descubren información novedosa y fomentan interacciones más fluidas y efectivas. En un gran poder que debemos practicar y perfeccionar, sobre todo para «neutralizar» a todos aquellos que son expertos en esquivar preguntas yéndose por las ramas o contestando con otra pregunta.

Como dijo Voltaire “Juzga a un hombre por sus preguntas en lugar de por sus respuestas”.

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