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Cómo evitar que el lenguaje no verbal arruine nuestro discurso

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Cuando hablamos en público no solo comunicamos con las palabras, también lo hacemos con los gestos, la expresión facial, la postura, la mirada o el tono de la voz. En general un orador inexperto no es consciente de su lenguaje corporal que puede jugarle una mala pasada cuando su cuerpo transmite a la audiencia emociones como nerviosismo, inseguridad, miedo o vergüenza.

Muchas veces se da el caso de que el contenido de un discurso, una presentación o ponencia resulta interesante pero la puesta en escena convierte el acto de comunicación en irrelevante e incluso aburrido si el orador no sabe moverse de forma natural por el escenario, no conecta con el público a través de la mirada, utiliza un tono de voz plano o no sabe introducir silencios.

Cómo controlar el lenguaje no verbal cuando hablamos en público

El uso de las manos. Cuando no se tiene experiencia en hablar en público suele generar cierto estrés no saber qué hacer con las manos. No caigas en la tentación de meterlas en los bolsillos del pantalón, tocarte el pelo, cruzarte de brazos o poner las manos en jarras. Es importante que estén a la vista y las utilices con naturalidad para enfatizar y acompañar tu mensaje, pero ojo, no se trata de hacer grandes aspavientos como si estuvieras cazando moscas. Si lo necesitas puedes tener un boli en la mano para canalizar los nervios.

La postura. Coloca la espalda recta para evitar mostrarte cabizbajo, mantén los pies firmes en el suelo y las piernas ligeramente abiertas para no balancearte de un lado a otro o cruzar los pies. Conseguirás transmitir seguridad y confianza.

La voz. Es importante aprender a proyectar la voz para que tu mensaje se escuche, pero sin llegar al extremo de gritar. Varía tu tono de voz cuando quieras enfatizar algo, destacar algo importante o llamar la atención de la audiencia. Habla de manera clara, pronunciando cada palabra y a una velocidad normal para que se entienda lo que dices. Si el ritmo de tu exposición es demasiado lento correrás el riesgo de aburrir a los asistentes. Un ejercicio muy bueno para mejorar la dicción es ensayar lo que vayas a decir con un boli en la boca.

La respiración. Antes de empezar tu discurso o presentación tómate unos minutos para respirar profundamente. Esto te ayudará a calmar los nervios y la ansiedad. Si no quieres quedarte sin aire no hables muy rápido e introduce pausas para respirar. Y sobre todo evita por todos los medios lo ruidos nasales si estás resfriado, sobre todo si tienes un micrófono.

Cuantas más veces practiques estas técnicas más cómodo te sentirás cada vez que tengas que dar un discurso. Y si quieres conocer otros trucos para ser un gran comunicador no dejes de leer nuestro artículo Un buen orador, ¿nace o se hace?

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